miércoles, abril 12, 2006

Insanity Wave - Gira Irlandesa 1998


Diecinueve de diciembre del año mil novecientos noventa y ocho. Llevo un par de horas embutido en mi nuevo traje de chaqueta, la corbata me aprieta el cuello y no paro de ajustármela. Estoy tomándome mi cuarta copa en un club selecto sito en la Gran vía, celebrando la boda de mi íntimo amigo Jaime. Suenan los Nikis de fondo. La gente bastante animada, baila en la pista central. Todo sería perfecto si no tuviera que coger un vuelo en pocas horas para comenzar lo que será nuestra Gira Irlandesa.



Apuro otra copa, gorroneo un cigarro a una chica que se las da de simpática y que a la mínima deja que eches un buen vistazo a su generoso escote. Miro la hora, las cuatro de la mañana, mi avión sale a las seis de la mañana. Juan y Colman ya cogieron su vuelo a Dublín y a estas horas deben estar descanando en el Bed&Breakfast que hemos reservado para nuestra estancia. Yo como compromiso personal, he decidido apurar, venir a la boda y luego dormir en el avión, ya que no voy a tener tiempo de otra cosa. Será llegar a Dublín y colgarme la guitarra para la actuación.
A las cuatro y media salgo escopetado con dirección a mi casa, para hacer la maleta. No tardo mucho, pero llevo unas cuantas copas encima y mis reflejos andan un tanto bajos de forma. Tengo suerte y encuentro un taxi que me lleva a Barajas. Facturo la maleta y me quedo con mi Gibson Les Paul a modo de bulto para llevar en el avión. No quiero que mi guitarra sufra el más mínimo rasguño. Una molesta tos me acompañará durante un par de días.
Hace frío y el efecto eufórico de las copas empieza a bajarme a la velocidad de la luz. Todo se torna gris y helador. Espero en una sala vacía de barajas a embarcar. Los ojos se me van entornando, pero aprovecho mis reservas de fuerzas para conseguir entrar dando tumbos por el “Finger”, cuando la azafata anuncia mi vuelo.
Solo pido a dios que no me toque ningún niño cabrón que me de el viaje. Meto mi Les Paul en el compartimiento que tengo más a mano y dejo caer mi pesado cuerpo en el asiento. He elegido ventanilla. Pronto se sientan a mi lado una pareja de Japoneses. ¡Bien! Éste tipo de personas no suele hablar mucho y suelen ser educados. Hago un gurruño a mi jersey a modo de almohada y entro en un pesado e incoherente sueño.
La azafata me da unos golpecillos en mi hombro anunciándome que hemos llegado a Londres y que si tengo que conectar con otro vuelo, me vaya dando prisa. Cargo con la Gibson y salgo a la carrera para conectar con mi vuelo a Dublín. Interminables pasillos, con signos verdes indicando los vuelos a Irlanda, sudor a raudales. Llego al embarque justo cuando estaban anunciando mi nombre, tembloroso y totalmente pálido doy mi pasaje y entro en el avión con dirección a Dublín.
La ciudad me da la bienvenida con un día azul y soleado. Me encuentro realmente mal, gran parte debido a una resaca de caballo que empieza a ser insoportable y otra debido a la hora y media que he tenido que soportar en la reclamación de equipajes, ya que mi maleta no aparece. Dejo la dirección de nuestro hotel y una agente del servicio de reclamaciones, gorda y sin un diente frontal, me asegura que esa misma tarde tendré la maleta en el hotel.
Cojo un taxi. Mientras recorro medio dormido las calles de Dublín, voy apreciando las casas típicas irlandesas y ese aire solemne y acogedor que solo tiene ésta ciudad.
Nuestra gira Irlandesa consta de dos conciertos en Dublín y otro posiblemente en Galway. Los de Dublín serán en dos salas Rockeras bastante conocidas. Hoy tocamos acompañando a un cantante solista local y su banda “Garret Wall”, al que finalmente llamaríamos amistosamente “Garreto”, en la sala “The Da Club”. Y mañana tocamos en “Eamon Doran´s” sitio muy conocido dentro de la escena Dublinés, donde comenzaron los míticos U2 entre otros.


Colman ha reservado en un Bed&Breakfast espartano en Dame Street, en el centro de la ciudad. Hotel que entra dentro del circulo de la cooperativa de albergues irlandeses.
Entro en el hotel acompañado solo con mi Les Paul. En el comedor están Juan y Colman leyendo unos periódicos locales. Saludos. Les explico que me “encuentro como el culo” y que necesito dormir algo. Me acompañan a nuestra habitación, un cuartucho con tres literas, cada una con dos camas y sin cuarto de baño, ya que éste es comunal. Sin mentar palabra, me meto en el sobre y ruego que me den un par de horas para un breve pero necesario descanso.
Colman me despierta a las dos horas y aunque todavía con cansancio acumulado, veo la escena con otra óptica. No siempre tiene uno al oportunidad de tocar en Dublín.
Hemos quedado a las 20h con “Garreto” y su banda en el “Da Club”. Éste club es un antro sucio y renegrido, que tiene un escenario generoso, pero con una tarima casi sin altura. Saludamos al personal y nos ponemos manos a la obra con el técnico. Compartimos todo el equipo con “Garreto”, Juan parece incómodo con la batería que le ha tocado, Colman ajusta el ampli que nos han dejado y yo parece que he sido el que más suerte he tenido, ya que el guitarrista de “Garreto” tiene uno clavado al mío. Un Marshall Jcm 2000.
Tocamos “Spins Round” y "Annie”. Suena aceptable. Las voces suenan algo bajas en monitores, pero el técnico está demasiado nervioso con finiquitaros y pasar al otro grupo para atender nuestras demandas.
El grupo de “Garreto” suena bastante potente. Vamos a tener que estar al cien por cien si queremos causar buena impresión.

Finalizada la prueba de la banda de “Garreto” nos lleva a un pub cercano y nos pedimos unas Guinness. Con la adrenalina ya pululando por mi cuerpo ante el inminente bolo, el cansancio se ha esfumado. Garreto nos invita a un par de pintas extras. Son las 21.30h las sala está bastante llena. No hay camerino, así que directamente afinamos en el escenario, mientras Juan retoca los platos, timbales y ajusta con una llave la caja. Todo preparado, dejo sonar un acople, breve presentación al estilo “We are Insanity Wave, Are you ready to rock?” y acometemos con Hello There, seguido de casi al completo el repertorio incluido en nuestro disco “Do the worm”. La gente aplaude con ganas cada tema, mientras voy fichando a un par de tías bastante buenas que están en primera fila. Acabamos con “Mercy Pack” con Juan tocando el cencerro entre el público. Es hora de finalizar, así que anuncio al personal nuestro próximo concierto del día siguiente y dejamos el escenario a “Garreto” y su banda.
“Garreto” ejecuta un pop brillante, con alguna canción realmente buena. Hora y media después ya estábamos todos los músicos regados de cerveza, dispuesto a quemar Dublín.
Como no habíamos comido nada, solo con unas cuantas pintas en el estómago, un nutrido grupo mixto de músicos, freaks, grupies, fans y gente que acabábamos de conocer nos dirigimos a un pequeño restaurante cercano. Pedimos unos cuantos platos de comida Italiana y unas botellas de vino, ya que debía ser el único bar en Dublín donde no había cerveza, porque se negaron a ponernos la deseada bebida.
Después de unas cuantas botellas, un tipo frances bastante raro, que tengo a mi izquierda, se lía un porro y lo empieza a pasar, mientras se va haciendo otro. La humareda que se crea en el acogedor restaurante en medio minuto es de las de filmar. Rápidamente somos expulsados del sitio, no sin antes abonar la cuantiosa factura, donde gajes del oficio, la mitad de la gente se había dado el piro. Quedamos los tres insanos, el francés de los porros con un amigo (que se había agenciado por la cara una botella de vino) y una irlandesa a la que habíamos causado grata sorpresa.
Después de ventilarnos la botella de vino en plena calle, nos despedimos de nuestros amigos, que no de nuestra amiga, que alega no tener donde dormir y nosotros que siempre hemos sido unos caballeros nos ofrecemos a colarla en el hotel.
Una vez llegados a la habitación, sin ser sorprendidos por el conserje, Juan abre su maletón y con gran algarabía por parte de los presentes, nos muestra una pata de jamón y un queso manchego de lo más oloroso. Con una navajita de bolsillo vamos haciendo añicos las dos viandas entre risas incontroladas.
Cada uno se hace con una cama. Sigo algo constipado y tengo una tos de perro, así que abro el jarabe que llevo en el maletín y me aprieto un tapón de medicamento. La irlandesa que tengo en la cama contigua me mira con ojos iluminados y me pide un taponcito.
- ¿Estas también resfriada? La pregunto.
- No. Es que me encanta el jarabe para la tos.
No es que le encantase el jarabe, ¡era una jodida adicta! ¡Se tomó todo el frasco! Eso sí, ya me encargué personalmente de aplicárselo de tu a tu. Sobran las palabras.



El despertar fue horrible. La ventana no tenía persianas y las luz del sol entró bien pronto. Nuestra habitación era una cuadra putrefacta, impregnada de variopintos olores. Desde el fuerte olor a queso Manchego, pasando por sudorosas camisetas, llegando al pringoso jarabe de la tos sabor a caramelo.
Kathleen, que es así como se llamaba la adicta al jarabe para la tos se fue pronto. Así que teníamos todo el día para recorrer Dublín, hasta nuestro próximo bolo nocturno en Eamon Doran´s, emplazamiento de grupos ilustres.

Pasear por Dublín en un día soleado es algo que nunca se te olvida. Cantidad de tiendas pintorescas, pubs y multitud de gente pululando por todas partes sorprendidos por la proximidad de la Navidad. Estuvimos en una exposición fotográfica de Robert Capra bastante interesante. Finalmente Juan y Colman decidieron ir al cine y yo me quedé sobando en la piltra una horita.
La sala Eamon Doran´s debía tener una capacidad de unas 500 personas. Demasiado para un grupo como Insanity Wave. Muy cuidada, estaba extrañamente ubicada, ya que tenía una mesa de billar muy cercana al escenario. El equipo era realmente bueno y los técnicos muy profesionales. “Garreto” nos acompañó durante toda la prueba, y de paso le invitamos a cantar con nosotros el tema “Just what i need it” de The Cars, que tocaríamos para finalizar el bolo.
Abría para nosotros un músico dublinés, huidizo y tímido. Que hacía música electrónica mezclada con ruidos guturales acompañado solo de unos teclados.
Llegamos a la sala y el ambiente no podía ser más rancio. Seis borrachos en la barra, Kathleen vestida de Neo-Punk haciéndome carantoñas desde la lejanía y un grupo de cuatro amigos del pirado de los teclados jugando al billar.
- Bueno, ¡que coño seguro que U2 también tuvo momentos duros!
Con esa arenga, nos metemos en el camerino, con las paredes tatuadas de graffities. Mientras oímos aullar al de los teclados dándonos a entender que había comenzado su actuación. Sus amigos sin prestarle la más mínima atención, siguieron jugando al billar durante toda su actuación y como no, durante la nuestra.
Nada que resaltar de nuestro concierto, salvo que sonó decente, y que fue entrañable tocar junto con “Garreto” haciendo éste la voz solista de “Just what i need it” de The Cars. La que más aplaudió fue Kathleen, pero cada aplauso me hacía recordar a mi jarabe para la tos, cosa que no ayudaba mucho a sentirse cómodo en el escenario.
Aunque no fue un concierto de masas, decidimos celebrarlo a lo grande e irnos todos a cenar a un buen restaurante. La cena y la charla fueron buenas. Nos despedimos de nuestros amigos dublineses, ya que al día siguiente el pueblo de Galway nos esperaba.
Por la mañana del día 22 marchamos para la estación de trenes de Dublín, para ir al pueblo familiar de Colman, Galway. El tren al estilo del Orient Express versión barata, asientos de madera incluidos, nos dirige a paso lento y firme hacía los acantilados de Galway. Un precioso pueblo, con una costa espectacular. Nada más salir del tren un aire frío nos invade. El viento y el mal tiempo no pararan desde ese mismo momento de rondar por este emplazamiento.


Nos dirigimos a casa de la familia materna de Colman. Nos reciben calurosamente su tía Breda y su prima Ann Marie. Rápidamente nos sientan en una mesa y mientras contamos nuestras aventuras en Dublín, la tía Breda nos saca un bizcocho casero que solo Colman supo apreciar, ya que fue el único que repitió tres veces, mientras Juan y yo intentábamos escurrir el bulto del postre alegando tener poco apetito. En ese mismo momento nos informan que nuestro bolo en Galway se ha caído. No nos durará muchoe el disgusto.
Esa misma noche Ann Marie junto con su hermano y uno grupo bastante animado nos sacan de marcha. Pasamos por dos pubs locales bastante animados, donde nos inflamos a pintas, para acabar en la discoteca “Cuba”. Una macro discoteca de tres plantas. Oteamos la primera planta donde pido un whisky con Coca cola. Música dance a todo meter. Parece que la noche no promete mucho. Unas cuantas tías buenas rondando y poco más. Decidimos subir a la segunda planta y nos encontramos con el “Gran Show”. Sobre un escenario una banda vestida al modo de los Beatles tocando todos los covers habidos y por haber del grupo más famoso de Liverpool. Una sala abarrotada, con la nota pintoresca de que la gente en vez de escuchar atentamente el concierto, estaba bailando en éxtasis todas las piezas musicales. En un segundo agarramos pareja de baile y como locos nos ponemos a bailar y cantar...En mis pupilas quedará grabado para la posterioridad la lambada o baile prohibido que ejecutó Juan con Ann Marie atronando por los altavoces el “yellow submarine”...
Al día siguiente Juan y Yo partíamos hacia Madrid. Colman se quedaba para Navidades. Nos despedimos entre abrazos y lágrimas de nuestra para siempre segunda familia...



“The days of wine and roses laugh and run away like a child at playThrough a meadow land toward a closing door. A door marked "nevermore" that wasn't there before. The lonely night discloses just a passing breeze filled with memories Of the golden smile that introduced me to The days of wine and roses and you (The lonely night discloses) just a passing breeze filled with memories Of the golden that introduced me to The days of wine and roses and you-oo-oo"

1 comentario:

Luciernaga dijo...

Maravilloso viaje. Estgupenda crónica. Lo malo la tos y la borde de tia que se bebio el jarabe.

Los insanos se esparcen por el mundo