viernes, marzo 17, 2006

Insanity Wave a la conquista de Francia (French Tour 1997)

Llevo un par de horas haciendo las maletas, siempre me pasa lo mismo. Mientras meto camisetas, calcetines y demás en el bolsón de viaje, tengo el maldito presentimiento de que se me va a olvidar algo.
- ¿Dónde coño he dejado la cámara de fotos? Espero que no me haya pasado como la última vez, cuando dejé la cámara en casa de una ex novia, pensando mientras le decía que lo nuestro no marchaba, que un día de estos pasaría a recogerla. Eso nunca sucedió. Y me quedé sin artilugio.
Esta vez hay suerte y la encuentro en un perdido cajón de mi alborotado armario.

Estoy bastante nervioso, no es para menos, tenemos programado nuestra primera gira internacional (Francia) promocionando nuestro recién editado disco “Do the worm”. Lo que se traduce en el lenguaje Insano, en unos cuanto bolos, repartidos por diversas ciudades francesas. Mediante nuestro colega australiano Joe Algeri del grupo de power pop “Jack & the beanstalk”, hemos podido contactar con un manager francés, de nombre “René” (al que apodaríamos finalmente “El hambriento”), que se ocupa de organizar conciertos y hacer las veces de Road Manager. Colman ha sido nuestro interlocutor y todo parece bien cerrado. Yo me he ocupado de reservar nuestro primer hotel francés a través de Halcón Viajes en Burdeos. Esta es la planificación: Madrid-Burdeos donde tenemos que contactar con “René el hambriento”. Noche en Burdeos, para luego desplazarnos a nuestro primer concierto en La Rochelle, seguido de otro en Chatelereaut y finalmente acabar en Lyon.

La furgoneta la hemos conseguido a través del hermano de Colman. Una Mercedes bastante amplia, con buen motor, amplios asientos, donde cabemos bien cuatro personas más el equipo. Es utilizada para trasladar niños a un campamento/ escuela de inglés. Ahora de buenas a primeras, se ha transformado en una furgoneta de Rock. Nuestra furgoneta.

Tantos kilómetros asustan, contando que actuar y hacerse un buen “tocho” de kilómetros cargados con las previsibles resacas puede ser el fin para nosotros, he logrado embaucar a mi amigo Gonzalo, para que haga las funciones de conductor y roadie.

Sigo estudiando la carrera de derecho, que parece no acabar nunca. ¿Pero a quién le puede importar el código civil teniendo una aventura así por delante? Hemos cerrado las fechas para que coincida con la Semana Santa. Partimos los cuatro dirección Burdeos un Miércoles previo al Jueves Santo.

Nada más salir de Madrid, paramos en una gasolinera para revisar la presión de los neumáticos, poner gasolina, compra de todo tipo de productos ricos en colesterol y dejar los mandos de la furgo a Gonzalo, ya que hasta ahora la había llevado Juan.
Gonzalo mete marcha atrás, pero se equivoca mete primera, acelera y nos comemos todo un bordillo, tirando una papelera. Buen comienzo.
Los kilómetros pasan sin novedad. No hay tráfico y la furgo va de maravilla. Pasamos Zaragoza con dirección Barcelona. Todo pasa rápido. Unas cuantas paradas, unas cuantas meadas, más compras de bolsas de patatas fritas. Colman no para de toquetear el reproductor de Cd, cambiando caprichosamente de un tema a otro.
Suenan los teenage fanclub, los Screaching Weasel, Buffalo Tom, The Replacents. Después de 500km recorridos he perdido la cuenta de las canciones escuchadas. Me entretengo mirando la cantidad de arboleda espesa que rodea la carretera cercanos a la frontera con Francia. Ya no hay puestos fronterizos, hacemos una breve e impactante parada recorriendo esos tramos donde antes se congestionaban los automóviles, y ahora todo tan solitario hace que mi mente imagine los momentos inmediatamente posteriores a un ataque nuclear.

Gonzalo mete primera y nos dirigimos a Burdeos. Tengo un gran mapa de carreteras abierto de par en par, con el vaivén se lo meto en un ojo un par de veces a Juan, que ha relevado a Gonzalo. Nada serio. Todo indica que nos quedan unos 15 km para llegar a Burdeos. Subimos el volumen y suena el cd “Kerplunk” de Green Day.

Después de varias vueltas, y bastante cansados llegamos al hotel convenido con Halcón Viajes. Doy los bonos y veo caras raras en recepción. Me intereso por el tema y resulta que no hablan inglés. Juan chapurrea algo de francés, así que los tres restantes nos agarramos a su brazo, mientras Juan decide poner orden con su francés con acento “Tejano”.

- Juan: Parece ser que los bonos no los aceptan.
- ¡Pero no me jodas! Vaya mierda de agencia.

Intento contactar con halcón viajes, pero la agencia ya esta cerrada. Veo un número de emergencias. Lo marco. Operadora fría al aparato. Relato con calma y odio frustrado el tema. Quedan en contestar lo antes posible. Después de dos horas, se recibe un fax y nos aceptan en el hotel. Un recinto de carretera, en medio de una especie de “M-30”. Las habitaciones son aceptables. No hay tiempo de tumbarse en la tentadora cama. Hemos quedado con “René el hambriento” en la plaza central de Burdeos.
Después de varias vueltas a la “M-30”, conseguimos atravesar una arco y aparcar sobre una acera. La ciudad está bulliciosa. Buen rollo. La plaza tiene un arco y una columna corintia muy bonitas, hay palomas por todas partes. El rollito francés nos empieza a embargar. Estamos en plena primavera, hace calor. Chicas muy monas nos sonríen (o eso me parece). Más palomas. No aparece nadie.

Después de media hora, hace acto de presencia el que va a ser nuestro manager durante toda una semana por Francia. Nuestro guía y representante. El que va a velar por todos nuestros intereses. “René el hambriento”. Una especie de troglodita, con cara mongoloide, harapiento y con una perilla que desafortunadamente para él, no va a juego con su calva incipiente. Viene junto con un colega, que nos habla de lo bueno que es nuestro disco “Do the worm”. Su inglés no es muy claro, y arremeten las frases con un marcado acento francés. “René el hambriento” con mirada perdida se limita a mirar las palomas.
Nos dan un paseo por la ciudad, que todo hay que decirlo es preciosa. Calles peatonales empedradas, con edificios que te trasladan a otra época. Todo muy cuidado y limpio.Los cafés están a reventar, y todos tienen su correspondiente terracita. Nos lanzamos como fieras a una mesa que hay libre en una café/ terraza. Nos pasan menú y nos pedimos unos platos combinados. No presto mucha atención, pero de reojo veo que “René el hambriento” y su colega miran nuestros platos con ansiedad. “René el hambriento” nos habla con dificultad de su trabajo de oficina en Grenoble, donde ayuda a niños inadaptados. Ahora si que consideramos a “René el hambriento” el hombre indicado para llevarnos de un lado para otro por Francia.
Después de la cena, nos damos un garbeo por un par de pubs, nos tomamos unas cervezas, mientras hablamos de la escena musical underground francesa y española. Creo entender a “Rene el hambriento” que hay bastante expectación por nuestras actuaciones. La cosa pinta bien. Quedamos en recoger a “René el hambriento” por la mañana, para ir todos juntos hacía nuestro primera plaza “La Rochelle”, pueblo pequemos, costero y muy animado.
Mañana del Jueves. “René el hambriento” nos esta esperando en la misma plaza de las palomas. Saludos y el flamante manager entra en la furgoneta. Colman cierra el portón. A los dos “nano segundos” una nueve olorosa fétida nos rodea, toses varias. Ese olor nunca se me irá de la cabeza de por vida. Un olor a sobaco pútrido, que nos acompañaría toda gira. Un olor que provenía de “René el hambriento”. Mientras Colman no paraba de toser y yo arañaba la carrocería intentando acertar con el elevalunas, recuerdo la sonrisa plácida de nuestro Manager. Estaba en su salsa.

Hacemos parada en una gasolinera perdida entre Burdeos y La Rochelle. Compro junto con los demás unos sándwich y unas chocolatinas, René nos espera en la furgoneta.

- ¡Cojones, que se baje de la furgoneta que su olor va a quedar tatuado en los asientos! Maldice un asustado Colman.“René el hambriento” detecta nuestra compra y decide disimuladamente pasear en círculos alrededor de nosotros. A la décima vuelta, le pregunto ¿si no tiene hambre? ¿Si no se va a comprar nada para comer? Nos contesta con un lechoso inglés “A don jave moni!” ¡Nuestro flamante manager sin un duro para comprarse un mísero Sándwich! Le doy unas cuantas libras para que se compre algo. Sus ojos se iluminan. “René el hambriento” era el manager perfecto para un grupo de locos como “Insanity Wave”.
Seguimos ruta, es un día soleado. Entramos en “La Rochelle”. Paseamos por el puerto, hacemos unas cuantas fotos y nos dirigimos a la Sala de conciertos. Un tugurio ultra rockero, todo estampado de posters de grupos. Metemos el equipo y coincidimos con el grupo que toca después nuestro. Un grupo local de garaje. Saludos y nos ponemos al tajo para la prueba de sonido. El sonido es muy cutre, la PA es muy antigua y la acústica del sitio no ayuda mucho. Hora y media de aporreos de batería y guitarrazos y todo ok para la actuación.
Cenamos algo por un bar cercano, el dueño del garito rockero nos invita. Menú del día mezclado con vino de la casa. “René el hambriento” parece el más contento. Solo abre la boca para deglutir unas tostadas con “fuagrás” y tomate.

Entramos en la Sala quince minutos antes de la hora prevista. En la puerta hay un maromo que nos para e intenta cobrarnos entrada, replicamos y tras larga argumentación se da por enterado de que somos el grupo que va a actuar. El camarero nos saluda amistosamente. Es la única persona en el garito. Hacemos tiempo tomando unos whiskys con coca cola. El dueño no invita a salir al escenario. Salgo, afino, y miro al personal: El grupo que viene después charlando junto a la barra, el dueño, “René el hambriento” y unas diez personas.
Arremetemos con “Hello There” de Cheap Trick. La actuación parece gustar al personal. Sudor y Rock´n Roll. Un par de bises, y nos dirigimos derechos a la barra a tomarnos nuestra merecida cerveza. Gonzalo ha estado vendiendo discos mientras actuábamos. Resultado de la venta: dos cd´s. Empieza a atronar el segundo grupo.
Ya cansados, nos interesamos a través de nuestro flamante manager por el hotel para dormir. Con un gesto que nos hace sentirnos mareados, nos relata en un pastoso “Inglés/ francés/ Cantonés” que no hay hotel. Que se duerme en el piso de arriba de la sala de conciertos. Subimos a inspeccionar el cuartucho. Dos colchones casposos, tirados de mala manera en el suelo y una habitación forrada de posters de banda ignotas. El olor fétido del cercano cuarto de baño no es nada comparable con los efluvios de “René el hambriento”, que con una sonrisa nos informa que duerme con nosotros. Momento crítico donde los haya. Dos colchones, 5 personas, un olor que no nos deja pensar. Decidimos bajar a la barra y meternos unos “Shots” de tequila para aclarar ideas. Subimos. Meditamos y decidimos. Gonzalo dormirá conmigo en un colchón. Colman con Juan. Y “René el hambriento” en el suelo, cosa que acepta con total naturalidad. El colchón es estrecho, Gonzalo y yo decidimos no dormir carita con carita, sino comiéndonos los pies de cada uno. No he podido ni coger posición, cuando oigo un rugido, que se transforma en un ronquido intermitente. ”René el hambriento” acaba de dormirse. Buenas noches chavales.

Despierto con un pie de Gonzalo en la boca, ¡pero que coño! Estoy con mejor banda de Rock del plantea. Me acerco al mugriento cuarto de baño del garito. Hace frío. Echo una meada y vomito. Reunión de equipo, decidimos desayunar en un café cercano. Mientras “René el hambriento” nos chapurrea algo ininteligible decide quedarse por la sala.

Caras largas y de cansancio en la furgoneta. La recaudación ha sido unas miseria. Próxima parada “Chatelereaut”. El anterior bolo no había sido promocionado correctamente, actividad que debe hacer el manager. “René el hambriento” parece feliz, embobado en sus pensamientos no hace ni una replica a nuestras quejas. Lo dejamos como caso perdido. Parada en gasolinera, compra de patatas fritas y sándwich. Como una acto reflejo le doy unas monedas a nuestro manager para que coma algo.

Estamos en mitad de Francia. En mitad de la nada. Un pueblo fantasma “Chatelereaut”, una región agropecuaria. Insanity Wave toca hoy en vivo a las 22h.
Después de varias vueltas, llegamos al garito de nombre “Cap´tain Café Over Drive”. Un “puti club” de carretera, remodelado en sala de conciertos. Con un flamante cartel, donde aparece en el logo una especie de leñador. Llamamos a la puerta, aparece un gigante barbudo de dos metros, igualito que el del logo. Es el dueño de la sala. “René el hambriento” chapurrea con el menda (que no habla nada de inglés) y nos invita a entrar. Es una sala grande, con escenario decente y con un equipo de voces. Descargamos, prueba de sonido, que por cierto suena a rayos. El gigante o “Capitán Café” como cariñosamente acabamos llamándolo, nos invita a sentarnos en una mesa para la cena. Él mismo ha hecho la cena. Tiene un pequeño huerto detrás del garito, donde planta lechugas y verduras de todo tipo. Muy buena cena. Aunque un silencio incómodo invade la sala, solo perturbado de vez en cuando por algún eructo de nuestro flamante manager.

La hora programada para la actuación las 22h. Son ya las 22.15h y la sala esta vacía. El “Capitan Café” friega unos platos. “René el hambriento” se hurga la boca con un mondadientes. Decido salir con Juan al inhóspito terraplén de arena y polvo que rodea al “Puticlub” de carretera con un “Güisqui” con Coca Cola. Desde la lejanía vemos aparecer a un motero al viejo estilo de “Los Ángeles del Infierno” con tía tetuda y tatuada de paqueta. Derrapa delate nuestro y vocifera algo ininteligible. Su segundo intento tiene más coherencia
- “Cocert? Wat taim?
Contestamos que en breves minutos. Arranca su Harley y se pierde entre la polvareda. Juan comenta al respecto una gracieta sobre las pintas de los menda. Diez minutos después, y sentado en el porché del local, vemos una nube de Polvo acompañado de un ruido atronador. Unas 50 harleys, cabalgadas por una horda de “Ángeles del infierno” se dirigen hacia nosotros a la velocidad de la luz. Nos metemos a “toda hostia” en el local. - ¡Esto pinta chungo! Amenaza Colman
- ¡Estos tíos nos matan! Sentencia Juan

Reunión insana de emergencia: Rehacemos repertorio previsto. Borramos las baladas, canciones acústicas y tiempos medios y decidimos quedarnos con lo más eléctrico y energético.

“Con un par” salimos al escenario. “René el hambriento” pasa caja a todo hijo de vecino que intenta pasar a la sala. No me atrevo a mirar al personal. Tengo presentimientos extraños, de vasos y botellas volando hacia mi cara...Intento relajarme. Doy un trago a mi cerveza. Echo valor al asunto y miro al público. 80 moteros, ángeles del infierno línea francesa, llenando la sala, todos de brazos cruzados mirándonos despóticamente. El que tengo más cerca escupe al suelo mientras soba el culo de la pilingui que tiene cogida de la cintura.
Subo al máximo mi amplificador Marshall, y empiezo con los acordes de “Hello There”, a una velocidad infernal, tipo Ramones intercalamos tres temas seguidos. Todo ello sin atreverme a abrir los ojos. Al termino del tercer tema, con final apoteósico de batería, bajo y guitarra paramos....miro y la gente ¡esta bailando! Ovación general y ya con más tranquilidad acometemos con el repertorio restante.
Agotamos todas las camisetas que teníamos a la venta, así como una buena venta de discos. Ya podemos decir que somos un grupo motero. Firmamos algunos discos y nos replegamos al hotel, que esta vez es decente.

Mañana lluviosa. La moral está alta. Dirección Lyon. Todos nos vamos turnando para conducir, ya que el cansancio se empieza a acumular y a reflejar en nuestros carteos. Se libran de la conducción Colman y “René el hambriento” ya que ambos no tienen permiso de circulación.

Después de muchos kilómetros llegamos a Lyon. Una de las ciudad francesas más importantes, con un río que atraviesa la ciudad y que le da un toque muy romántico. Me gusta.


La sala en cuestión es regentada por un par de tipos extraños, mafiosos, que tienen en propiedad la sala (bastante conocida en la ciudad) que se une restaurante también de su propiedad.
La sala es una cueva. El escenario es muy curioso, con escalones gigantes. En el superior se acopla Juan, En el intermedio Colman y Yo en el bajo. Contamos con técnico de sonido y salimos contentos. Cenamos en el restaurante anexo. Y entramos a la sala a tomarnos unos güisquis. Hay bastante ambiente. ¡Al tajo! Ajustamos micros, repaso afinación y anuncio a gritos “al respetable”

- Are you ready to Rock Lyon?

Y somos contestados con un Yessssssssssssssssssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!! Energético. Esta claro. Fue nuestra mejor actuación.
Venta y firma de discos, intentamos entrar a unas chicas locales, pero no fructifica en nada. Decidimos irnos al hotel. En ese momento “René el hambriento” nos comenta que no hay hotel. Que dormimos en casa de un fan de la música garaje. Caras raras. Enfilamos hacia la casa del menda “Pierre”. Que habitaba en un barrio marginal de la ciudad. Nos recibe un tipo con cara de grillado, con la música de la cadena cercano al umbral del dolor, sonando música garaje japonesa. Nos invita a sentarnos en el sofá. Se lía un porro de marihuana de 5 papeles y nos lo pasa. Un par de caladas y la óptica cambia. Empezamos una charla amena sobre grupos olvidados en el tiempo y el espacio. “Pierre” decide que nos quiere enseñar la noche y marcha de Lyon (Son la 2AM). Por su insistencia Colman, Juan y yo accedemos a irnos a dar un garbeo. Gonzalo se queda a dormir en el sofá y “René el hambriento” se acopla en el único colchón que hay para nosotros.
Viaje de infierno por las calles de Lyon, con “Pierre” en estado de exaltación máxima a velocidad de crucero de 200km/h. Nos lleva por varios garitos rockeros y ya cansados insistimos en que nos devuelva a casa.
Llegamos a la sala de estar (5am) donde duerme Gonzalo en el sillón y “René el hambriento” en el colchón. Pierre ni corto ni perezoso, enciende las luces de toda la casa, pone al volumen máximo el tocadiscos y se empieza a hacer varios porros. ¡Dios mío que infierno!
Logramos convencerle que estamos muy cansados y se mete en su cuarto. Ahora queda una terrible decisión que tomar. ¿Dónde coño dormimos? Descartamos de inmediato compartir lecho con “René el hambriento”. Por tanto al viejo estilo del maestro escapista hoodiny, nos acoplamos Juan, Gonzalo y Yo en el Sofa (Donde difícilmente ya cabía uno) y Colman se decanta por el suelo, en una posición inverosímil, con los codos apoyados en el suelo, sujetándose la cabeza...nunca he vuelto a ver algo así.

Resaca del diez. Malas caras. Intoxicados. Nuestra giras francesa ha llegado a su fin. Cogemos el mapa de carreteras, señalamos ruta hacia Madrid. Con un fuerte abrazo nos despedimos de nuestros amigos franceses, prometiéndonos seguir en contacto, Pierre y “René el hambriento” nos despiden mientras Juan pisa a fondo el acelerador.

“FRANCIA BIEN VALE UNA MISA”


4 comentarios:

Luciernaga dijo...

Es la pera de viaje, increible. El punto culminante los 80 moteros, el mas peligroso la entrad de Rene en la furgoneta.

Bien por insanity wave!!!!

Anónimo dijo...

Simplemente recordar dos incidentes. Uno en La Rochelle, cuando el dueño del garito se negó a pagarnos lo acordado -René estaba desaparecido- y Juan, que cada vez estaba más suelto con el francés -incluso soltaba unos "Oue, oue" muy bonitos- tuvo que negociarlo con el fulano, que por supuesto acabó pagándonos menos de lo acordado, pero más de lo que tenía intención de pagarnos en primera instancia.

El siguiente incidente sucedió en Chatelherault. El mísmisimo Capitán Café nos aseguró, que lo del hotel estaba arreglado y que un "glamuroso" Fórmula 1 nos esperaba en alguna autopista francesa. Encontramos el hotel, que estaba en medio de ningún sitio, tecleamos la contraseña y por supuesto no funcionó. El Capitán nos la había jugado y Juan tuvo que sacar su tarjeta de crédito para que esa noche pudiesemos dormir calentitos -es un decir, porque la habitación donde dormimos Chema y yo estaba gélida y gélida se quedó -.

Colman

Anónimo dijo...

tu si que estás gélido hombre, haberte frotao un poquito con Chema y se acabó el tiritar...

Unknown dijo...

Lo que hay que explicar es, "que es un hotel Formula 1": Un hotel donde no hay recepcionista. Un hotel donde pasas la tarjeta de crédito y tienes una clave para una habitación. Todo al estilo 2001 Odisea en el espacio. No se ve ningún alma recorrer los pasillos.
Lo más gracioso es que los cuartos de baño son compartidos y se “autolimpian“ a horas determinadas. La anécdota fue que me metí en un cubículo a hacer mis necesidades y sin percatarme del cartel, al sentar mis posaderas me cayo una tromba de aire, agua y desinfectante estilo diluvio universal!!!!!!! Fue la ducha más efectiva de la gira